![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzvOxcG9PHJxieqxuS5s69nQp4TyCP5wRJAVQA3KYYF5BvkYes0RRDfO_ZnrbL4wIf_hrpb9sXOjThGyyUzqBZNS_N84i4zIw17rrrfHLVr-FCMgjj0YoOkzaFvfHg5iAGmTManNVF4lw/s320/machado.jpg)
“Estos días azules y este sol de la infancia”, contan que foron os últimos versos que escribiu Antonio Machado en febreiro do 39, poucos días antes do seu pasamento.
Morreu Machado en Collioure (Francia) de pena, de amargura, por mor desa España brutal, asasina, fascista, que lle xeou o corazón. Marchou lixeiro de equipaxe pero cunha alforxa poética ben ateigada.
Morreu Machado en Collioure tal día como hoxe hai 70 anos. El foi un dos primeiros poetas que lin na miña infancia. Deso xa pasaron tamén moitos anos pero algúns dos seus versos aínda me seguen estremecendo.
POR TIERRAS DE ESPAÑA
El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.
Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles, y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.
Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales.
Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.
El numen de estos campos es sanguinario y fiero;
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
vereis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centaruro flechador.
Vereis llanuras bélicas y paramos de asceta
- no fue por estos campos el bíblico jardín-;
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.
(De Campos de Castilla, 1912)
EL CRIMEN FUE EN GRANADA
I
EL CRIMEN
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle a la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Díos te salva!
Muerto cayó Federico
-sangre en la frente y plomo en las entrañas-
...Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!- en su Granada...
II
EL POETA Y LA MUERTE
Se le vío caminar solo con Élla,
sin miedo a su guadaña.
-Ya el sol en torre y torre; los martillos
en yunque – yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
“Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
que bien contigo a solas,
por estes aires de Granada, ¡mi Granada!”
III
Se le vío caminar....
Labrad, amigos,
de piedra y sueño, en la Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
(De Poemas de la guerra, 1937).